Descripción
El horror reside en la antigua y decrépita ciudad de Dunwich, en Nueva Inglaterra. Los forasteros visitan Dunwich lo menos posible y, desde cierta temporada de horror, todos los carteles que apuntaban hacia allí han sido retirados. El paisaje, juzgado según un canon estético ordinario, es más que comúnmente bello; sin embargo, no hay afluencia de artistas ni de turistas de verano.